Uno de los lugares de mayor interés de Hamburgo es su antiguo puerto, con más de 800 años de historia. Es un sitio inevitable para recorrer y disfrutar en una visita a Alemania.
La semana pasada (ver REGION® Nº 1.357) comenzamos con la primera de una serie de notas sobre “Un recorrido junto al Mar Báltico”, correspondiendo esa primera entrega a la etapa “Planificación”.
Esta semana abordaremos el inicio de nuestro viaje, recorriendo parte de Alemania y Polonia.
La mejor época para realizar este recorrido propuesto, es en la primavera del Hemisferio Norte (abril y mayo) porque el frío del invierno se ha ido y el clima ha vuelto a ser cálido sin llegar a extremos. Además, las tarifas son más bajas, ya que la alta temporada es en el verano europeo (junio y julio).
Primero: Hamburgo
Como ya reseñamos, Alemania es uno de los países europeos cuya costa noreste es bañada por el Báltico y la noroeste por el Mar del Norte.
Dada la accesibilidad de vuelos y los buenos precios, elegimos ingresar por la orgullosa Ciudad Libre y Hanseática de Hamburgo -así se llama-, donde el abundante agua que la recorre procede -en este caso-, del Mar del Norte mezcladas con las del río Elba.
Es una ciudad con numerosos atractivos turísticos, siendo uno de los lugares de mayor interés su antiguo puerto -800 años- y el singular lago Alster que se ubica en el medio de Hamburgo.
Cuenta con impresionantes museos, excelentes galerías de arte, buena cerveza y sobresalen sus imponentes obras de arquitectura.
Para ser breves, no dejar de visitar el museo en miniatura “Wunderland” -atractivo mundial-; el colosal edificio de la “Filarmónica del Elba” -una maravilla y el ingreso es gratuito-; hacer un tour guiado al barrio “St. Pauli” -calles en las que comenzaron los Beatles, que alberga una zona roja donde como en Amsterdam, el ejercicio de la prostitución está legalizado y en amplias vidrieras se expone la oferta-.
Como final, no se vaya sin recorrer el puerto, plagado de sitios gastronómicos y souvenirs. Allí, en el muelle Brucke 3, tomar el ferry 62 hacia “Finkenwerder”, va y vuelve en un recorrido maravilloso de una hora por el Elba, por menos de 2 euros.
Hacia Berlín
Visitar Hamburgo sabiendo que en un breve viaje en tren de alta velocidad uno puede arribar a la famosa capital alemana, resulta una tentación imposible de resistir.
Una vez alli, para tener un completo panorama de esta pujante orbe, resulta imprescindible abordar los muchos tours en idioma español que brindan varios operadores y que dan cuenta de aspectos de la historia que debemos iluminar: el Muro de Berlín; el Holocausto; los campos de concentración. Una deuda de aprendizaje in situ que resulta invalorable.
Pero más allá de los dramáticos recuerdos, Berlín es una ciudad de gran atractivo, donde los edificios de arquitectura moderna borran con grandes pinceladas el oscuro pasado de la ciudad, creando un ambiente especial donde lo clásico se mezcla con lo moderno y lo extravagante con lo cotidiano. Divertida, multicultural, interesante, acogedora, sorprendente, cosmopolita: así es Berlín, repleta de sorpresas.
Pero además, al igual que Hamburgo, se destaca su gastronomía cautivante donde la cerveza es la bebida nacional, se puede beber a partir de los 16 años, a cualquier hora y por la calle.
Sin duda que el aspecto histórico domina todo... y no es para menos, es Berlín...
En tren a Varsovia
Nuestro viaje decidimos continuarlo hacia otro país vecino a Alemania, también bañado por el Báltico: Polonia, visitando su capital, la hermosa Varsovia. Hay varios horarios de trenes todos los días. El más rápido hace el trayecto en 6 horas y media, con gran confort.
La capital polaca se ha convertido en uno de los principales destinos turísticos de Europa en los últimos años.
Varsovia es una ciudad de contrastes, con zonas muy diferentes y la más cruda historia desgarradora.
Para comprenderla hay que saber controlar los sentimientos, anteponiendo la importancia de aprender, para mejorarnos como individuos y reconocer los errores humanos, para no repetirlos.
Entre los barrios que deberíamos conocer, por un lado está el Casco Histórico, reconstruido de forma fidedigna tras ser arrasado en la Segunda Guerra Mundial.
Otro objetivo es el barrio soviético, de grandes y sobrios edificios con un estilo claro del pasado comunista.
Finalmente el sector del Gueto Judío, uno de los guetos más grandes de Europa del que apenas queda en pie algún trozo de la muralla que lo delimitaba y donde se recrea la “pasarela”, el puente que comunicaba ambos sitios de hacinamiento.
Varios mercados, tan gigantescos como atractivos, no deben ser pasados por alto.
A la hora de las comidas, abundan sopas exquisitas. No se vaya sin probar los “pierogi”, una especie de sorrentinos rellenos, la especialidad de Varsovia junto a todo lo relacionado con el cerdo, que lo preparan de maravilla...
La semana próxima: continuamos viaje por Letonia y Estonia