Reseña Histórica
El Territorio Nacional de La
Pampa Central incluía La Pampa, Río Negro
y sectores de Mendoza, San Luis, Córdoba y Buenos
Aires.
(Geografía de La Pampa - Medus/Hernández/Cazenave).
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RESEÑA HISTÓRICA DEL TERRITORIO
NACIONAL
DE LA PAMPA (1882 - 1952)
La etapa aborígen
El espacio que hoy ocupa la provincia de La Pampa fue el escenario
recorrido por grupos de cazadores y recolectores nómades
durante milenios; ellos fueron quienes hollaron inicialmente
los distintos parajes y comarcas en busca del sustento que
les permitiera subsistir.
Es imposible en el grado actual de los conocimientos, poder
determinar con precisión la fecha de llegada de los
primeros amerindios a nuestra región, pero sí
hay un dato cierto que es el correspondiente al hallazgo del
«Hombre de Casa de Piedra». Este descubrimiento,
efectuado por Carlos Gradín en la etapa preliminar
a la construcción del embalse homónimo sobre
el río Colorado, permitió datar los restos con
una antiguedad de 8.620 años (6670 a.C).
No caben dudas que la entrada a La Pampa debe haberse registrado
siguiendo los corredores fluviales de los ríos Colorado
y Atuel-Salado-Chadileuvú, que eran fuentes de abastecimiento
de agua permanente. Posiblemente y en épocas de bonanza
hídrica con mayor cantidad de lagunas, arroyos y manantiales,
habrá comenzado a internarse siguiendo a las grandes
presas como ñandúes y guanacos, u otras menores
como mulitas, vizcachas, liebres, etc.
Este estado de cosas se mantuvo hasta el siglo XVI en que
la llegada del hombre europeo al Sur de América produjo
una notable alteración en las condiciones de vida.
La modificación que implicó la presencia de
una cultura invasora, se manifestó inicialmente con
actitudes de curiosidad para convertirse más tarde
en animadversión que derivó en resistencia a
la presencia española. Paradójicamente la cultura
europea le dio al aborígen - sin querer - la posibilidad
de defensa y ataque por medio del caballo. Este animal que
los indios llegaron a domesticar y manejar con un grado de
habilidad supremo, fue el que les permitió perdurar
en libertad por más de trescientos años. Pero
el interés español primero y luego el criollo
por ocupar estas tierras en forma definitiva, marcó
un triste destino para los naturales: la derrota final establecida
por la conquista del llamado «desierto» (1879)
los expulsó del espacio ocupado tradicionalmente dando
lugar al poblamiento de orígen europeo.
De aquella época ha quedado una abundante toponimia
que designa la mayoría de los paisajes naturales de
La Pampa, como también el recuerdo de los grandes caciques
que la habitaron: Yanquetruz, Painé, Pincén,
Calfucurá, Namuncurá y tantos otros.
La etapa del poblamiento moderno
Al finalizar las campañas militares en 1882, el gobierno
nacional inició la entrega de las tierras recien conquistadas
a los adquirentes. Este trámite estaba sustentado por
cuatro leyes nacionales que permitieron la enajenación
de las famosas «15.000 leguas» quitadas a la indiada.
Ellas fueron la Ley Nro. 817 (Ley Avellaneda) del 19 de octubre
de 1876, cuya finalidad fue promover la inmigración
y colonización europea; la Ley Nro. 947 del 5 de octubre
de 1878 que autorizó a levantar una suscripción
pública para financiar la «Campaña del
Desierto»; la Ley 1532 (Ley de Remate Público)
del 3 de noviembre de 1882 que amparó la entrega a
los nuevos propietarios y finalmente la Ley Nro. 1628 (Ley
de Premios) promulgada para recompensar a los militares participantes
de las campañas.
El Territorio Nacional de La
Pampa
Una vez ocupado y delimitado el espacio geográfico
correspondiente al Territorio Nacional de La Pampa (1884),
se designó como primer gobernador al general Juan Ayala
(1884 a 1891) y General Acha capital de la nueva unidad política.
Previamente se habían efectuado las dos primeras fundaciones:
Victorica y la citada General Acha, ambas en 1882 en torno
a instalaciones fortineras. Más tarde le sucedieron
Bernasconi (1888), Hucal (1890), Santa Rosa y Parera (1892)
y Toay (1894) surgidas a instancias de propietarios particulares.
Mientras esto sucedía en distintas partes del territorio
surgieron espontáneamente varios núcleos de
poblaciones. Los lugares congregantes eran bastante variados:
casas de comercio, boliches de campaña, postas de mensajerías,
esquineros de lotes, estancias, colonias, vados de ríos,
etc. Esta primera etapa muestra un poblamiento integrado por
criollos, indios mansos y algunos inmigrantes que, para 1887,
sumaban 12.000 almas venidas de la provincia de Buenos Aires,
San Luis, Mendoza y algunos de Río Negro y Neuquén.
La actividad básica era la explotación ganadera
de lanares y vacunos; alguna pequeña explotación
agrícola y minería en Lihué Calel (cobre)
y Salinas Grandes.
Esta organización del espacio con sus actividades económicas
sufrió una notable alteración al comenzar la
década de 1890 con la gran crisis financiera que afectó
al país. La misma, consecuencia del sistema especulativo
instaurado, modificó la titularidad de gran cantidad
de propiedades pampeanas dando lugar a la llegada de una nueva
camada de propietarios que vieron en sus tierras un instrumento
de producción y no de especulación. A la vez
que ello sucedía se produjo un hecho trascendental
para nuestra Historia chica: la llegada del ferrocarril desde
los puertos de Buenos Aires y Bahía Blanca. Su influencia,
por todos conocida, quedó plasmada por la miríada
de pequeños pueblos que crecieron en torno a las estaciones,
en la instalación de colonias agrícolas y también
en la llegada de miles de inmigrantes de los más diversos
orígenes que se dedicaron entusiastamente a cultivar
las tierras del Este.
Es en este etapa - arbitrariamente podemos localizarla entre
1891 y 1915 - que se produce un crecimiento notable: entre
1900 y 1909 aparecieron 32 poblados y de 1910 a 1915, otros
12 más. Mientras que el II Censo Nacional de 1895 daba
25.914 habitantes, el Censo Territorial de 1912 registraba
88.683 y el III Censo Nacional de 1914 indicaba 101.338 habitantes.
Un suceso muy especial se produce en el año 1900, cuando
el gobernador del Territorio doctor José Luro autorizado
por un decreto nacional, trasladó la capital de General
Acha a Santa Rosa, lo cual generó un serio conflicto
en aquella población.
Casi contemporáneamente y sin que esta lista enumere
a la totalidad de los poblados, surgieron Uriburu (1897),
Telén (1901), Larroudé (1903), Macachín,
Van Praet y Catriló (1904), J. Aráuz, Quetrequén,
Lonquimay y General Pico (1905), Monte Nievas (1906), Trenel,
Realicó, y Vértiz (1907), E. Castex (1908),
I. Luiggi (1910), Naicó (1911), etc.
Esta bonanza tuvo una súbita detención debido
a la ocurrencia de la Primera Guerra Mundial. Ello se trasuntó
en la interrupción de la construcción de nuevas
vías férreas, una merma muy considerable de
inmigrantes y en serios problemas de abastecimiento de insumos
importados. Salvo los pueblos que estaban dedicados a la producción
de leña en sustitución del carbón de
Cardiff, el resto se resintió por el problema bélico.
Una vez finalizado el mismo el Territorio de La Pampa recuperó
su dinámica, aunque ya las vías no avanzarán
más. La economía basada en la explotación
agroganadera muestra una etapa de expansión y en el
Censo Territorial de 1920, figuraban 122.535 personas habitando
estas tierras.
A todo esto es preciso hacer notar que en distintas partes
del Territorio había un reclamo generalizado: la provincialización
y con ello la posibilidad de decidir entre los pampeanos,
el futuro de la nueva Provincia. El pedido se basaba en que
la Ley 1532 fijaba en 60.000 los habitantes necesarios para
cambiar de categoría, y La Pampa los había duplicado
pero debieron pasar mucho tiempo y sucesos para lograr tal
requerimiento. De todas maneras el crecimiento poblacional
y económico era sostenido aunque la terrible década
del 30 sepultó la mayoría de las esperanzas.
Tuvo punto de inicio con la crisis económica iniciada
en 1929 en Estados Unidos y que asoló a nuestro país
en 1930 a lo que se le sumó el derrocamiento del gobierno
constitucional por un golpe de estado. Prosiguió con
la lluvia de cenizas de 1932, para rematarlo con las sequías
de 1935 a 1937.
Las consecuencias fueron funestas: miles de chacareros arruinados
y empobrecidos, tierras feraces cubiertas por medanales, al
igual que animales, alambrados, viviendas y jagueles. La angustiosa
situación llevó a que muchos agricultores -endeudados
con los bancos- perdieran sus tierras.
Estos años, llamados los «años malos»
motivaron la pérdida por emigración de alrededor
de 35.000 personas y le confirieron a La Pampa la característica
de provincia expulsora que se mantuvo por varias décadas.
Otro reacomodamiento estuvo dado por el éxodo interno,
sea desde pequeños poblados o desde el campo, en torno
a localidades de mayor tamaño buscando oportunidades
laborales. Hubo además un hecho, como fue la disminución
de los caudales del río Salado-Chadileuvú primero
y la interrupción del río Atuel después,
que también contribuyeron a la reubicación de
población. En el caso del Atuel, su presencia había
permitido la instalación y desarrollo a lo largo de
sus riberas de grandes rebaños de lanares y en menor
cantidad vacunos. Cuando se construyó el embalse de
«El Nihuil» - allá por 1947 - la falta
de agua ocasionó la mortandad de la mayoría
de los lanares y el éxodo obligado de los puesteros
y habitantes de poblados ribereños a General Acha y
Victorica.
Mientras esto sucedía, una repartición nacional
como era Vialidad, diseñó y puso en marcha la
construcción de varias rutas que con el tiempo se transformaron
en el esquema básico de transito pampeano: ellas fueron
las nro. 5, 35 y 152. En el caso de las dos primeras entraron
directamente en competencia con el ferrocarril, en tanto que
la otra comunicaba con la región del Sur argentino.
A todo esto el ferrocarril lentamente declinaba, a pesar de
haber sido nacionalizado, y pasando el tiempo se acercaba
a la crisis que a fines de la década del 50 lo
condenó a un triste ocaso. La economía en los
últimos años de la época territorial
mostró un estancamiento en líneas generales.
La agricultura aún no se había sobrepuesto de
los años críticos, aunque la ganadería
se recuperaba lentamente, favorecida por la 2da. Guerra Mundial
y su época posterior. La actividad forestal mantuvo
su pujanza hasta comienzos de la década del 50
en que comenzó a declinar. La población en tanto,
había experimentado un leve crecimiento, de acuerdo
al IV Censo Nacional de 1947: eran 169.480 habitantes de los
cuales 18.809 estaban instalados en Santa Rosa.
Un detalle a destacar es que durante los últimos veinte
años de la existencia del Territorio, se desempeñaron
como Gobernadores (en realidad delegados del Poder Ejecutivo
Nacional) funcionarios que mostraron un buen grado de compromiso
con la tierra pampeana. Ellos fueron Pérez Virasoro
(1933/1939), Miguel Duval (1939/1946), Juan Páez (1946/1948)
y Juan C. Neveu (1949/1951).
Las acciones de los citados, si bien no siempre atendidas
por la Nación, apuntaron a solucionar los serios problemas
de la época. En el caso del general Duval es recordado
por el especial énfasis que le dio al aspecto hídrico
pampeano, sea por los reclamos formulados por el corte de
los ríos Atuel y Salado, como por el plan para desarrollar
el valle del río Colorado con fines agrícolas.
Así estaban las cosas cuando en junio de 1951 la señora
Eva D. de Perón envió una nota al Senado de
la Nación solicitando la sanción de una ley
que provincializara a los territorios nacionales de La Pampa
y Chaco. La misiva tuvo trámite favorable y el 20 de
julio de 1951 se promulgó la ley 14.037 que estableció
la creación de las nuevas provincias.
A posteriori se reunió la Convención que dictó
la primera Constitución pampeana, sancionada el 29
de enero de 1952. Por la misma se designaba a La Pampa con
el nombre de Provincia Eva Perón, nombre que fue reemplazado
por el de Provincia de La Pampa, en setiembre de 1955. El
primer gobernador de la flamante provincia fue el doctor Salvador
Ananía.
Sintetizar los primeros setenta años de existencia
- concordantes con la etapa en que fuimos territorio nacional
- es tarea muy dificultosa por todo lo que ocurrió
en ellos.
El surgimiento de los pueblos, la construcción de escuelas,
hospitales, caminos, instalación de diversas reparticiones:
correos, policía, comunicaciones, en fin, todo lo que
puso en marcha a las tierras en que otrora campeaba el indio,
se hizo en el Territorio.
Hoy como Provincia, simplemente profundizamos la labor de
los pioneros.
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