El globo terrestre despierta muchas fantasías. Gigante como parece, con toda su amplitud y su diversidad, se vuelve pequeño para todos los que quieran salir a recorrerlo. Y no son pocos.
Aventureros. Locos. Soñadores. Audaces. Osados. Arriesgados. Delirantes. Lunáticos. Fantasiosos. Excéntricos. Utopistas. Románticos. Ingenuos. Idealistas. Quiméricos. Iluminados. Visionarios. Lanzados. Valientes. Emprendedores. Bizarros. Héroes.El sueño de viajar por el mundo. O simplemente viajeros. Esos son algunos de los apelativos que reciben aquellos arrojados y empedernidos trotamundos que por algún motivo un día cualquiera deciden lanzarse a la misión de conquistar el mundo. Recorrer el planeta es todo un desafío y las posibilidades son múltiples.

A lo largo de la Historia hubo muchos de estos personajes que no hicieron más que alimentar el mito. Y las ganas. Desde los viajes de Heródoto hasta los relatos de Marco Polo, y las populares aventuras y desventuras que vivió el famoso Phileas Fogg cuando aceptó el desafío de dar la vuelta al mundo en 80 días. Pero esos son sólo algunos ejemplos. Lo cierto es que en la actualidad hay muchos más viajeros girando por el planeta.

En auto, antiguo o moderno, combi o limousine. Motorhome o camioneta. Avión. Bote. Barco. Moto. A caballo. En bicicleta. En silla de ruedas. A pie. A dedo. Cualquier forma de locomoción, o la combinación de ellas, es válida para lograr el objetivo: recorrer el mundo.

Viajeros en solitario. En pareja. En grupo. En familia. El propósito con el que salen a dar una vuelta por el globo es bien diferente en cada caso. Pero hay un denominador común. Los sueños.

Un deseo profundo los inspira. Es como una misión secreta que comienza a gestarse lentamente, intensamente. Al principio es un proyecto. Un anhelo. Una fantasía. Una ilusión. Un afán. Una esperanza. Cuando la inquietud crece, el germen se desata y se inicia la aventura. Porque ya no hay nada más importante que darle alas a ese sueño y convertirlo en realidad.

Viajeros en solitario. En pareja. En grupo. En familia. El propósito con el que salen a dar una vuelta por el globo es bien diferente en cada caso. Pero hay un denominador común. Los sueños.

Es un juego en el que vale todo. Porque enfocados en un sueño, todo parece acomodarse solo. El universo conspira a favor. Los problemas probablemente no desaparezcan, pero quizá las soluciones aparezcan más rápidamente y de los modos más inesperados. Algo así es en lo que parecen coincidir todas las historias.

El viaje es una constante. Lo que cambia es el paisaje. Un estilo de vida nómade que hace que las preocupaciones por un techo o los recursos económicos no sean un problema. Todo se resuelve en viaje. Shows de magia, venta de libros, artesanías, trabajos temporarios, conciertos de música, espectáculos de circo, venta de postales, escritura de artículos. Son algunas de las formas más frecuentes de financiar el viaje. Normalmente la meta está puesta en los recursos necesarios hasta llegar al próximo destino. La rueda vuelve a girar.

Viajar con poco es una forma de no generar dependencia. Ni peso extra, especialmente si se cargan mochilas. El camino proveerá. Para dormir hay opciones como couchsurfing, hospedajes baratos como hostels, invitaciones de los residentes, o incluso la bolsa de dormir a la vera del camino, en un camping o en el jardín de una casa. Los que viajan en auto a veces prefieren pasar la noche en el vehículo antes que armar la carpa.

Los puestos callejeros y los mercados son una opción para comer barato y degustar las comidas típicas de los lugares. No faltan, sin embargo, las invitaciones de los residentes, o la posibilidad de ahorrar compartiendo gastos con otros huéspedes o llevar los propios utensilios para cocinar.

Una vez en la ruta, algunas de las opciones para seguir viajando son el autostop o también recurrir al uso compartido de autos. De este modo, una alternativa es apostarse a un costado del camino y solicitarles a los conductores la gentileza de llevarlos algunos kilómetros. La otra consiste en contactarse con potenciales viajeros hacia un mismo destino y compartir los gastos. Las experiencias serán distintas, pero siempre permitirán llegar al próximo destino. Atrapa tu sueño, el libro de los Zapp.

El sueño de viajar y recorrer el mundo, no siempre acaba en el viaje. Generalmente no es así. La intensidad del deseo, sumado a las nuevas motivaciones que se agitan como las mariposas en el estómago, como efecto residual de inquietudes que no consiguen acallarse, no permite que el sueño se termine. A veces a un sueño, sigue otro. O aún sin concretarse uno, como los laberintos que se suceden infinitamente, un sueño surja dentro de otro sueño y así sucesivamente.

Algunos propósitos de viaje se mezclan con el reparto de sonrisas entre los niños jugando con globos, sorprender con magia o espectáculos de circo a chicos y grandes, charlas en colegios y talleres, actividades solidarias. Cuando los soñadores se abren al mundo, el mundo se ofrece en inagotables posibilidades.

Arriesgarse a dar el primer paso. Después, ya nada será como antes. Los viajeros saben que así como un signo remite a otro signo u otro conjunto de signos. Un viaje remite a otro viaje que se convertirán en múltiples viajes. Como una semiótica del mapa que guía el camino a seguir. Descubrirán más temprano que tarde, que a fuerza de partidas van a saber lo que es regresar una y otra vez. Y los viajeros que se animan a conquistar el mundo, ya no pueden dejar de viajar. Aun cuando sean considerados delirantes o soñadores.

Texto: Verónica Luna
Fuente: www.todoparaviajar.com