Cortarse el cabello, comprar ropa nueva, cambiar de estilo, mirarse en los vidrios espejados de la ciudad, y estar feliz por eso, ¿es superficial?
Ser detallista con nuestra persona, suele interpretarse como egocentrismo. Tanto si somos hombres o mujeres, hay varios peyorativos que hemos escuchado o dicho al respecto. Pero ¿qué tan cierto es?
Por lo general solemos tener el aspecto de lo establecido por la moda, la edad y la cultura, pero hay quienes no se identifican con eso, y está bien que pase.
A veces nos sentimos atascados en nuestra propia realidad. La rutina de estar dentro de nosotros mismos, rehaciendo el día anterior como si no hubiera avance, mientras el tiempo en verdad sí se mueve y se pierde. Son esos los momentos donde necesitamos un cambio, aunque sea pequeño, que renueve la confianza en nosotros mismos.
Es verdad, lo importante es el interior, la personalidad, las emociones, los razonamientos y decisiones que tomamos. Pero aún así, el exterior no es independiente de lo interno, sino más bien un reflejo. Es como colocar un espejo frente a otro, desprendiendo infinitas imágenes. Vos te sentís bien porque te ves bien, y te ves bien por sentirte así.
No tengas miedo de liberarte de la culpa de pensar que tal o cual ropa no te queda, que eso es para gente delgada, o joven, o para el estereotipo de belleza; no tengas miedo de ponerte de tu lado, apoyarte y decirte “Sí”. Incluso tal vez un día decidas hacer algo loco, y afeitarte esa barba de hace años, dejarte crecer el cabello, raparte, hacerte un tatuaje, dejar de pintarte las uñas, usar zapatos altos, olvidar las corbatas en el armario, vestir de colores y transmutar.
Hace falta verdadero valor para verse como uno realmente se siente, porque aunque parece una pérdida de tiempo, en realidad es una inversión en autoestima. Comenzar por la capa externa e ir calando hasta lo más profundo, es una tarea diaria. Transformar nuestras vidas empieza con lo más sencillo y a la vez lo más difícil: una sonrisa. Un simple halago que nos levante levemente la comisura de los labios, ya venga por parte de un ser querido, o un pensamiento propio, renueva nuestra mirada. Es probable que poco a poco veas que así de fácil es modificar las cosas que no nos gustan de nosotros mismos, empezando por lo más visible para calmar la ansiedad. Cambiar un mal hábito es igual que cambiar la misma camisa de siempre por una distinta. Y al principio nos va a ser muy difícil acostumbrarnos, pero veremos que es posible con el tiempo. Y si no nos convence siempre podemos probar otra cosa, y eso es lo bueno de la vida, porque es nuestra.
Hay que sentir que somos nuevos, porque cada día es diferente al anterior, y está en nosotros marcar la diferencia. Y cuando no sepas qué ponerte, ponete feliz porque sos libre de verte y sentirte auténtico/a.
“Para ser irreemplazable, uno debe ser diferente.” -Coco Chanel.
Nina Yanes