Ricardo Actis Giorgetto, fundador de “Picomar”, junto a su esposa en las Bodas de Oro de la Empresa.
“Uniendo La Pampa y el Mar” y el “Mar también es pampeano” son dos slogans que el empresario piquense Ricardo Actis Giorgetto -que nos dejó el 4 de mayo de este año-, acuñó en su dilatada trayectoria comercial.
“El surgimiento de PICOMAR mucha gente lo conoce, fue fruto de la casualidad -nos recordaba-, tuve que aprender mientras estaba caminando, es decir que todo se puede hacer en este mundo, felizmente tuvimos suerte y aprendimos, lo encauzamos y con el correr del tiempo pudimos perfeccionarlo, no todo, pero en gran medida nos fue bien”.
Su enfoque frente a la vida
Don Giorgetto, como lo llamábamos, no solamente fue un trabajador incansable que se mantuvo joven hasta sus 87 años sino que fue un ejemplo de persona de bien, un maestro que transmitió el oficio pero además sus principios y valores “Hoy, como ayer, se nos plantean cuestiones que tendremos que sobrellevar y superar, duplicando el esfuerzo -nos decía-. Nosotros nunca hemos retaceado el esfuerzo, por eso en contraposición a ciertas cuestiones ratificamos nuestra modalidad y conducta en el trabajo diario, y en este clima muy competitivo nos afirmamos en la permanencia de nuestros valores que han sido la guía de tantos años de lucha”.
Sus recomendaciones sobre el producto de mar
Conocedor de los productos que comercializaba, Ricardo siempre recomendaba: “El filet de merluza ocupa el primer puesto inamovible a nivel mundial, acá no le damos tanto valor porque en la Argentina tenemos tantas carnes sustitutas y además no es tradición, no le damos importancia pero la merluza es un pescado que reúne cualidades excepcionales además de ser riquísimo. En el segundo lugar está el calamar que tiene un valor alimenticio altísimo y que tendría que imponerse en todos los comedores escolares porque tiene calcio en alta proporción”.
Hoy su familia que lo sobrevive, lleva adelante el legado de esta empresa familiar, con la misma pasión, convicción y esfuerzo que supieron aprender.
Los hijos recuerdan:
El 23 de agosto de 1961 papá, desesperado, y rezando viajó a Mar del Plata, ocurriéndosele… vender pescado… se fue en un camión con caja de madera, prestado a plazo y acompañado de Alonso, un muchacho que luego se quedó a vivir allá.
Llegó al puerto y escuchaba muchos gritos de gente que compraba lo que entraba de los barcos, pregunto a alguien como había que hacer para comprar… y le dijeron: es un remate, levante la mano, grite y diga su oferta…
Totalmente desubicado, todos decían $ 30 y él ofreció $ 40 cuando el margen era $ 1, entonces uno de los compradores le dijo: “señor si quiere, yo le compro por Ud.” a lo que asintió y así fue como conoció un entrañable amigo llamado Pedro Moscuzza.
El primer viaje
Cargaron entre 15 a 20 cajones de pescado entero fresco de 30 kilos cada uno, más hielo arriba y partieron para General Pico. Después de un día y medio de viaje llegaron y fueron a visitar unos 20 ó 30 negocios entre carnicerías, despensas y mercaditos y solo vendieron 2 cajones, el resto (no existían heladeras) … podrido, así aprendió que la empresa comenzaba en la venta. Entonces levantó pedidos y de nuevo… a Mar del Plata. En todos los viajes de papá, Silvana lloraba cuando partía… pero cuando volvía, siempre traía Havannets, alfajores, coquitos y unos merenguitos de Balcarce…
Pasó el tiempo… mil porrazos…. Pero aun recuerdo ver a mi madre, destripar merluzas, corvinas y salmones en el lavadero de la calle 7….