Cuando desde chico oía hablar que el pintor necesita cada tanto alejarse unos pasos de su obra para tomar una mejor perspectiva de la misma, no me imaginaba que esa misma actitud es válida para casi todos los hombres con respecto a sus actividades y acciones.
Hay momentos en que basta alejarse un paso para ver un sector de ese cuadro, que todos los días pintamos, que es nuestra vida. Otras veces se requieren más pasos para observar lo hecho y lo que nos falta hacer aún. Generalmente ese mayor alejamiento de algunas situaciones se produce durante las vacaciones; no es solamente el descanso corporal lo que justifica las mismas, sino la necesidad de examinar sin presiones ambientales las distintas etapas en ejecución y a realizarse. No es que todo el mundo esté habituado a este tipo de aprovechamiento de los tiempos de descanso anual, pero es una importante oportunidad para practicar al respecto.
También las lecturas durante los tiempos de descanso ayudan a tomar perspectiva. Es como si colocáramos espejos retrovisores para ver si los autores coinciden con nuestras experiencias pasadas, y si miráramos hacia adelante como si los libros fueran largavistas que nos ayudan a explorar el espacio en el cual avanzamos. No hay duda de que hay espejos empañados y prismáticos que no están bien calibrados, por lo tanto las distorsiones pueden llegar a ser engañosas y hasta perjudiciales. Escoger adecuadamente los libros y autores para cada momento es un arte personal e íntimo de difícil equilibrio.
Tengo que confesar a mis amigos lectores que en estas vacaciones leí mucho y escribí poco. Por ello hemos reproducido en nuestro diario editoriales que por lo menos tienen un año de antigüedad que demuestran la vigencia de ciertos conceptos y el valor de algunos mensajes. Escribir significa el riesgo, que todos los autores tenemos, de llegar a ser contradictorios o incoherentes; quizá por ello esperé mucho tiempo antes de decidir hacer este tipo de coloquio con mis lectores. Tenía que estar muy seguro de lo que decía, y de la vigencia de esos conceptos durante mucho tiempo. Si no era transmitir, como hacen otros comunicadores, sus inseguridades y sus difusas búsquedas. A veces tendríamos que tener en cuenta la metodología del científico que investiga silenciosamente por largos períodos hasta que el hallazgo o las conclusiones finales le permitan hacer afirmaciones que sirvan para los demás.
Y hablando de leer y estudiar me atrevo a dar un consejo que sigue siendo válido para mí: todo tiempo que tengamos desocupado por mínimo que fuera, estudiar; porque es como si ahorráramos ese tiempo para invertirlo en el futuro. Es decir, nuestro ocio debe encaminarse hacia el conocimiento y el aprendizaje como una forma de evitar desequilibrios que pueden llegar a ser peligrosos. Proyectarse a través del estudio es adquirir confianza en lo que vendrá, aún si el presente es inseguro.
Esta bastante apacible nota fue escrita para demorar el análisis de ciertos temas que a todos nos interesan, debido a que a veces me perturban, como a los demás ciudadanos situaciones que no deberían entrar nunca dentro de la teoría de la imprevisión.
Carlos Besanson
Publicado en el Diario del Viajero n° 253, del 4 de marzo de 1992