Cuando el hombre llegó a la Luna consideró que había logrado la mejor meta de sus ambiciones, tal es así que algunos consideran que ese episodio es el comienzo de una nueva era. Sin embargo, han pasado muchos años ya y el hombre no evidencia que su plenitud tecnológica abastece su ambición humana y sus necesidades físicas y psicológicas.
Todos los habitantes de nuestro país, que en forma silenciosa o de manera ruidosa, buscan un cambio en la dirigencia, descubren que el mismo se mantiene inseguro, porque quienes se postulan y ofrecen sus candidaturas no dan certeza de aunar capacidades morales e intelectuales. Antes, cuando la gente ya había entrado en el escepticismo se decía que había que votar al menos malo. Hoy, si se me permite la ironía, tenemos que decir que hay que votar al que es un poquito menos malo.
Las impugnaciones a la ética de muchos políticos, pueden ser aplicadas también a otras actividades contemporáneas, desde directivos bancarios hasta administradores de hospitales; desde aquellos que nos prometen profesionalmente protección presente, hasta quienes nos hablan, falazmente, de seguridad futura…
Las estadísticas van señalando la existencia de un número creciente de egresados universitarios que no logran la seguridad de una actividad laboral estable y específica vinculada con la carrera elegida. Es que la incompetencia de nuestros profesionales surge, en parte, de una docencia mal configurada. Desde hace tiempo repito que aquél que aún no sabe hacer, trabaja enseñando. Por lo tanto ¿está en condiciones de enseñar a sus alumnos a trabajar? Estamos frente a una docencia incompleta, que no facilita el crecimiento firme de nuestra sociedad y sus ciudadanos. Desde ya, no debemos convertir las aulas en jaulas
El cambio, si es positivo, no debe ser considerado como una amenaza. Una honesta autocrítica ayuda a lograrlo, y si la misma se produce dentro de sectores amplios, se generalizan las posibilidades, dándose una mayor velocidad de transformación.
La verdad no debe ser un bien escaso o un artículo de lujo. Evitemos buscarla en un ambiente de tramposos. En el reparto de comisiones o reintegros, las devoluciones de porcentaje son ocultas, para evitar el asco público de quienes observan el fraude. Los ilusos son los que apoyan finalmente a los ilusionistas, retroalimentándose recíprocamente.
La mejor herencia a nuestros hijos es un buen ejemplo de vida que no esté cargado de amarguras. De esta manera para ellos no moriremos nunca, aunque descansemos en la muerte.
Los niños y los ancianos representan el comienzo esperanzado y el final de la vida, si preparamos bien ese comienzo daremos serenidad al final previsto. Recorrer la vida sin un amor compartido, es como hacerlo con un solo pie. Pero si ambas piernas no lo hacen armónicamente, el esfuerzo que representa cansa y se torna frustrante
Es difícil ser libre dentro de una sociedad dependiente, pero la independencia personal genera el ambiente propicio para que la libertad se generalice en la sociedad. Es que los buenos ejemplos pueden generar contagios positivos que neutralicen aquellos engendrados por los malos ejemplos.
No es la fuga hacia la Luna lo que va a fortalecer nuestro espíritu. Flotar en el aire, sin que la Ley de gravedad nos retenga al piso, no es una manera real de crecer, el peso de nuestra conciencia sigue siendo el mismo.
Carlos Besanson
Publicado en el Diario del Viajero n° 1315, del 11 de julio de 2012 |