Como dato de color, recordemos que la primer acta notarial del entonces “nuevo mundo”, sucedió tras el desembarco de Cristobal Colón, con el escribano Escudero.
El día del Notariado Latino o Día del Escribano en nuestro país, se recuerda cada año el 2 de octubre, en homenaje al primer encuentro internacional que Argentina realizara en Buenos Aires en el año 1948, con la idea de reunir a los notarios de distintos países de legislación similar.
Hoy este sistema rige la prestación de servicios notariales en más de 70 países del mundo, entre ellos Alemania, Italia, Uruguay, Francia, España, Canadá, algunos estados de EEUU, Rusia, Japón, China, etc.
Un poco de historia...
El notario en su actividad de dar fe pública, se remonta a épocas lejanas; fueron los “scribas” los que permanentemente acompañaban al Faraón y que pertenecieron a la clase sacerdotal; en Grecia, se los llamó “Tabelion” y en el Imperio Romano “Notario”.
Los encontramos en las Sagradas Escrituras, como abogado de la ley; y ya en el desembarco de Colón en estas tierras luego americanas, cuando toma posesión en nombre de los Reyes Católicos se labra el primer acta notarial en el nuevo mundo, con el escribano Escudero.
En la historia de nuestro país desde la época Colonial y hasta la independencia y durante las jornadas revolucionarias de la gesta de mayo se observa la participación activa del escribano, como fiel testigo de los hechos, observador de la realidad, quien plasmó en sus documentos la actividad pública del Ayuntamiento y la civil y negocial del pueblo.
En esta evolución el escribano ha tenido cambios en las condiciones de aptitud, en la forma de desarrollar la actividad y en su modo de ejercicio. Hoy en día, en esta sociedad basada en el conocimiento y la información donde las comunicaciones no registran fronteras, son indispensables profesionales formados con una base común a las demás profesiones, pero sin dejar de lado lo que es propio del notario, la función fedataria que es delegada por el Estado.