Los conceptos “generosos” hacia el humorista, actor y conductor, corren por cuenta del autor de esta nota y aunque no coincidimos con sus elogios, el trabajo de revisión histórica resulta de gran interés general.
Silvio J. Arias, en su condición de Afiliado Justicialista, nos hizo llegar una nota de opinión de su autoría, haciéndose eco de lo acontecido con el ex MiDaChi, Dady Brieva, tras su paso por Uruguay. Los conceptos “generosos” hacia el humorista, actor y conductor, corren por cuenta del autor de esta nota y aunque no coincidimos con sus elogios, el trabajo de revisión histórica resulta de gran interés general:
“Tras el antipático paso por la Banda Oriental de nuestro humorista nacional, Dady Brieva, la biblioteca justicialista nos trae al presente un par de hechos desafortunados, protagonizados entre el ex presidente argentino Juan Perón y su contemporáneo Luis Batlle Berres; padre de Jorge Batlle -también ex presidente charrúa-, quien con altisonante dramatismo expresara en 2002 que todos los argentinos éramos una manga de ladrones, del primero al último.
En uno de sus tantos libros escritos desde el exilio, Perón reflejó con pesar en el capítulo 9, de “La fuerza es el derecho de las bestias” (1956) su particular vínculo con el Uruguay, para quienes la política de buena vecindad consistía en que “ellos eran los vecinos y nosotros debíamos ser siempre los buenos”.
Perón iniciaba aquel texto expresando: “…yo no he sentido sino afecto hacia este pequeño país tan vinculado al nuestro por lazos de sangre, tal es para mí, que una de mis abuelas era uruguaya”. Inmediatamente rememoraba con dolor, dos hechos que malograron la relación bilateral con el país hermano.
Así lo explicó en su libro:
• “Cuando en 1946 me hice cargo del gobierno, el señor Luis Batlle Berres que entonces era Presidente de la República Oriental del Uruguay, me pidió una entrevista que dispuso fuera en el Río de la Plata, donde nos encontraríamos el día y la hora que él también dispuso.
• Se trataba que el gobierno argentino permitiera pasar al Uruguay ganado sin cobrar en dólares y que se hiciera una política cambiaria que permitiera a los argentinos ir a veranear a Montevideo.
• Con referencia al ganado, en ese año habían pasado ya en esas condiciones, ochenta mil cabezas y el Presidente pedía cuarenta mil cabezas más, con la palabra que serían empleadas en el consumo y no en la exportación.
• Consultado al Presidente del Consejo Económico Nacional allí presente, Don Miguel Miranda, encontró el inconveniente de que en ese momento había carencia de ganado en los frigoríficos argentinos. Sin embargo, tratando de tener un gesto amistoso con el Uruguay, accedimos y prometimos disponer lo necesario para hacer efectiva la entrega, siempre que fuera para consumo y no para competir en los precios con la exportación argentina.
• Prometimos ocuparnos de favorecer el turismo argentino a Montevideo, en lo que nos fuera posible, sin perjudicar nuestros balnearios.
• …Hasta que, explotó una bomba. Resultó que, quebrantando su palabra, el Presidente Batlle Berres, con algunos de sus allegados, había realizado un negociado con las cuarenta mil cabezas de ganado, pedidas en nombre de su pueblo. Las habían hecho faenar en el Frigorífico Nacional y las habían exportado en competencia con nuestras carnes, lo que trajo una disminución en los precios… desde ese momento no se autorizaron más ventas de ganado al Uruguay en esas condiciones”, explicaba Perón.
El segundo hecho tenía que ver con la compra de arena para la construcción, proveniente del Uruguay hacia nuestro país:
• “La República Argentina compraba toda la arena para construcciones en Carmelo, favoreciendo así a numerosos areneros y al intercambio comercial entre los dos países. Mi acuerdo fijaba que ese intercambio se produciría siempre por créditos recíprocos, a cubrir siempre con mercaderías. En el año 1949 terminó el convenio y el Banco Central de la República Argentina fue condenado a pagar en cuarenta y ocho horas el saldo, que importaba unos tres millones de dólares. Esto dio lugar a gestiones ante el gobierno uruguayo que contestó que eran cuestiones del Banco Central, desentendiéndose del asunto. Fue necesario pagar los tres millones de dólares en un día, pero bien valía la experiencia.
• Nosotros no podíamos, ni queríamos seguir pagando la arena en dólares. Se organizaron las compañías areneras argentinas y hoy ciento cincuenta barcos y casi diez mil obreros argentinos viven de esa actividad…”.
A partir de esos tristes episodios no generados por la Argentina, sino por la desleal administración uruguaya, el gobierno justicialista argentino fue el destinatario de una campaña opositora, orquestada desde allí por los detractores poderosos afectados por las políticas de la “nueva argentina”.
“Uruguay pasó a ser refugio de fascinerosos y un porta-aviones de los que huían después de sus fracasados golpes criminales”, aseguraba Perón.
Evidentemente para algunos el sentimiento anti-argentino no ha cambiado mucho, pese a que miles y miles de uruguayos y uruguayas viven, trabajan, sueñan, estudian y han formado sus familias en la Argentina, quedando ellos desde ya exentos de las irresponsabilidades orales, manifestadas por unos pocos compatriotas residentes del otro lado del charco.
La dirigencia política uruguaya y algunos representantes de sus medios de comunicación, suelen pecar de soberbios al autoproclamarse “la reserva moral del continente”, siendo todos los demás corruptos, inmorales, poco educados o antidemocráticos. Por ello va éste recuerdo del ex presidente argentino. Para refrescarles la memoria y la humildad, para que puedan construir un presente realmente fraterno con sus vecinos, más generoso, libre de envidias, mentiras y resentimientos.
Mi solidaridad y afecto con el compañero Dady Brieva, un artista nacional, popular, un trabajador de las emociones genuinas, cuya única finalidad en su vida consiste en conmover el alma de sus seguidores a través del humor, llamando a la reflexión sobre la realidad desde un lugar amable, aunque no por eso menos crítico, algo que no entenderán ni perdonarán jamás algunos malos vecinos de siempre”.
Colaboración: Silvio J. Arias, Afiliado Justicialista