Cuando llegan Navidad y Reyes y buscamos un regalo para los más chicos, generalmente pensamos en un juguete. Pero, ¿por qué no contemplar otra alternativa? Si bien el juguete es esencial para acompañar desde lo lúdico el desarrollo físico y mental del niño, existen otras opciones como obsequio que pueden resultarles atractivas y a la vez tener otra utilidad.
Por alguna razón, los Reyes Magos y Papá Noel, creen que están obligados a cumplir a rajatabla con la lista de obsequios que cada niño prepara al comenzar diciembre. Los responsables terrenales temen decepcionar a los pequeños y perder su reputación mágica en sus visitas nocturnas a los hogares. Sin embargo, lo recomendable es no regalar más de dos juguetes, dado que los niños frente a un exceso de presentes, se dispersan en su atención y el juguete deja de interesar.
Papá Noel tal vez sea en estas épocas el personaje más amado por los más pequeños, y el que mayor curiosidad e imaginación despierta. Niños de todo el mundo se entregan a la fantasía de un personaje mágico que todo lo puede. Lejos de “la tele” y “la compu” resulta más atractivo aún acompañar a nuestros niños en esta espera, favorecer el halo mágico que lo rodea y estimular la esperanza y la ilusión que en él radica. Pero nos enfrenta a los adultos a la realidad: Papá Noel todo lo puede, pero los padres no.
Es por ello que en muchos hogares se disponen a regalar cosas más útiles que ansiadas pero no por eso menos divertidas. Todo depende del clima en el que nuestros hijos se desarrollen. Tal vez sea el momento de replantearnos si en el seno de nuestra familia damos lugar al uso creativo de objetos que no responden en sí mismos a la idea de juguete.
Desde allí unas sábanas pueden ser el techo de nuestra carpa de indios, y un toallón nuestra alfombra mágica. ¿Porqué no un libro? Los niños se encuentran en pleno proceso de aprendizaje y crecimiento, por lo que necesitan conocer distintas formas, usos y funciones del lenguaje y de los libros. Esto les permitirá diferenciarlos e ir formando criterios propios para elegir los que más le gustan. La variedad permite también desarrollar el gusto por la lectura. La lectura es una alternativa que también les permite disfrutar, pero además los incita a imaginar, y también habilita que los adultos pensemos en desarrollar esta actividad junto con ellos, de una manera que puede ser fundamental para el resto de su vida.
Esta mirada diferente permitiría que los niños reciban con más entusiasmo otro tipo de regalos, tal vez si los acompañamos con ideas para compartir y divertirnos. No debemos olvidar que los niños aprenden jugando y por ello ser sus compañeros de juego es importante. Pero lo es más aún por el placer que podemos encontrar juntos en compartir un juego y la construcción de un vínculo auténtico y fuerte alrededor del tiempo activo y en exclusiva que ello genera.
Regalar no es sólo comprar
Regalar bien es un arte. Es mucho más que intercambiar objetos. Es el símbolo del vínculo que mantenemos, un acto que habla de nosotros y de lo que sentimos hacia otro, una acción que causa satisfacción plena por ejemplificar la generosidad.
Para aprender a regalar, primero debemos modificar un paradigma que tenemos muy arraigado: regalar es comprar. Definitivamente, hace falta un proceso de adquisición para obtener un presente. Pero regalar es más que comprar... es comunicar, es establecer una conexión emocional con el otro.
Los niños no saben lo que necesitan, depende de nosotros educarlos en valores como la generosidad, la sinceridad y la comprensión por encima del objeto material. Si bien las ilusiones y las expectativas de los niños en Nochebuena con Papá Noel y en el día de Reyes no son comparables a ninguna otra ocasión, para nuestros hijos lo más importante es que disfrutemos de algo tan importante y necesario que es el afecto y el valor de compartir con la familia. Después de todo, dar un presente es estar presentes.
Colaboración:
Lic. Marisa Russomando,
Psicóloga (MN) 23189
www.marisarussomando.com.ar
Directora de Espacio La Cigüeña www.espaciolc.com.ar
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