«Reminiscencias de un ayer que nos conmueve a todos los descendientes de aquellos sacrificados pioneros, inmigrantes italianos, españoles, árabes, franceses, uruguayos, ingleses, dinamarqueses y la presencia de la estirpe aborigen y criolla, quienes con un caudal enorme de sueños los cristalizaron en realidades».
Así reseñó para REGION® Rosita La Gioiosa (hija de fundadores), la nota editorial que a título de colaboración, formó parte del Suplemento Color editado por esta empresa para el Centenario de General Pico.
Hoy la Ciudad arriba a 104 años de aquel 11 de noviembre de 1905 y nadie mejor que nuestra amiga, docente, museista, historiadora, para decir lo justo sobre esta localidad norteña de gran empuje institucional e industrial, que siempre se ha destacado dentro de la provincia de La Pampa.
«Contemplaron en aquella fría mañana de primavera el surgir de un pueblo, el nuestro hace 100 años, un 11 de noviembre de 1905.
Dos visionarios: Eduardo de Chapeaurouge y Eduardo Castex, vislumbraron desde aquel día una pujante y activa ciudad junto a Serafín Pelizari quién preparo su fervoroso mensaje para la posteridad: la piedra fundamental, nuestra fe de nacimiento.
Magnífica herencia, caminos que abrieron con sus luchas cotidianas chacareros, trazando los surcos, librando el combate de la mieses forjadas por las manos férreas del labriego, con el esfuerzo incomparable de los primeros comerciantes, industriales, maestros, periodistas, amas de casa, muchos anónimos y no por eso menos héroes, que aunaron responsabilidades, transitando por la senda de las dificultades, qué inexorablemente, condujeron al triunfo, al éxito. Así, nuestro pueblo crecía y crecía en trabajo, cultura, educación, diversiones y bailes, tantos que llegó a llamarse: General Milonga.
Con firmeza, tolerancia y voluntad sobrellevaron grandes inconvenientes: la sequía, las nevadas, la ceniza, la invasión de langostas, los vientos huracanados, siempre con estoicismo, convencidos que nada podría impedir la marcha sobre el destino de nobleza que ofrecía esta inmensa pampa.
Fue en 1912 con las primeras elecciones, donde dio comienzo la Democracia de la mano de Pedro Alfredo Bó, un demócrata abierto a todas las iniciativas de un vecindario ávido de hechos concretos. Así, se fueron plasmando las primigenias necesidades para la maravillosa aventura del futuro.
Le sucedieron tenaces defensores de sus propias ideas políticas, autoridades municipales, en su gran mayoría, sin ambiciones personales, llevaron adelante proyectos para el bienestar popular, así surgieron: fondas y hoteles, almacenes de ramos generales, tiendas, barrios, clubes, instituciones, vida cultural, cines, teatros, confiterías, periódicos, supermercados, barrios residenciales. Cobertura adecuada en salud, iglesias, escuelas, colegios secundarios, una ciudad universitaria que nos enorgullece, el Aero Club y la Zona Franca. Plazas parques y paseos, servicios públicos, mejoraron nuestra calidad de vida.
Fuimos la capital industrial de La Pampa, no ha sido un título otorgado graciosamente, sino el resultado de un tremendo trajinar de varias décadas. Para lograrlo surgieron hombres y mujeres filántropos progresistas: Juan L. Pozzo quién en las peores épocas que atravesaron colonos y agricultores, con su generosidad comercial y desinterés personal, impidió el éxodo de aquellos que fueron artífices de nuestra riqueza. Dr. Anselmo J. Palau, Celestina Caballero, Felix Maggiorotti y muchas otras grandes personalidades de nuestra historia, que bregaron por el futuro de la comunidad piquense con la que entrañablemente se identificaron.
Para el mañana, que se nos presenta tal vez incierto, o tal vez sea una espléndida aventura, los verdaderos piquenses, debemos recuperar, objetivos irrenunciables: El tren civilizador; el Juzgado Federal, bastión de justicia; el lejano Museo de Bellas Artes; el Museo Histórico, que nos hablaba de nuestro pasado, hoy, lamentablemente cercenado y oculto; el Parque Recreativo, desvelo de un ciudadano idealista; el Vivero Pampeano, creación de un sabio inglés y orgullo de La Pampa, un verdadero y bello jardín botánico.
Hoy, en este primer centenario, identificados en el Himno a General Pico y en su emblema el Escudo decimos con Chester Barnard “Intentar algo y fracasar es, por lo menos aprender. Pero no hacer el intento es sufrir la inestimable pérdida de lo que pudo haber sido”.
Colaboración: Rosita La Gioiosa,
escrito en oportunidad del Centenario
de General Pico, en 2005. |