Cuenta la leyenda que en un antiguo y remoto país del oriente había un rey muy cruel y por lo tanto, injusto. Todo aquello que lo fastidiara lo destruía de inmediato. Así también cada vez que recibía un mensajero proveniente de los confines de su reino, si este le traía una mala noticia lo hacía matar de inmediato. De esta manera, confundiendo el mensaje con el mensajero y la realidad con la sombra de la misma, logró que nadie se atreviera a decirle lo que realmente pasaba. Fue así que ni siquiera se enteró de que había dejado de ser rey, tal era el pánico que aún provocaba ese tipo de comentarios. Fue así también que cuando su pueblo lo condenó a muerte ni el verdugo se atrevió a comunicarle la sentencia. Nadie sabe si tuvo tiempo de sorprenderse cuando su cabeza cayó sin anuncio previo.
Lo que es leyenda alguna vez reflejó una realidad; lo que alguna vez fue realidad, en otra oportunidad puede repetirse. La prensa cumple la función del mensajero contemporáneo; por algo algunas publicaciones antiguas del viejo mundo llevan esa denominación del mensajero. Como en la leyenda también el mensaje puede molestar y muchos quieren eliminar al mensajero. A la técnica de la supresión física se han agregado los estilos de supresión moral. La cotización por reportajes complacientes, la distribución de empleos públicos a cronistas y redactores claves y/o a sus familiares son adicciones que van drogando a aquellos que participan de esa lenta forma de matar al mensajero.
La función de la prensa en algunos aspectos es similar a la de un faro que ilumina el escollo, pero que no es precisamente el escollo y menos el capitán del barco que debe tomar los recaudos adecuados frente a la advertencia.
Tampoco es función de la prensa la investigación policial de delitos; para ello existen los órganos apropiados dentro del Estado que tienen que cumplir obligatoriamente esa labor, porque para tal fin han sido creados.
La investigación periodística recorre otros caminos y tiene otros fines, fundamentalmente el informar a la ciudadanía la existencia de hechos y tendencias que puedan afectar sus derechos y responsabilidades. Habitualmente la investigación policial se escuda en el secreto del sumario para silenciar el final de un episodio delictivo, en cambio, la que realiza la prensa recién se perfecciona cuando el secreto se rompe.
En tiempos de guerra la ciudadanía busca cualquier técnica para acceder a la información por encima de la censura de prensa. En tiempos de paz los ciudadanos censuran duramente a aquellos que limitan su derecho a estar informados y pretenden asustar de muerte al mensajero.
No hay democracia vigente sin respeto a la prensa libre, y si algún funcionario puede sentirse incómodo frente a algunos comentarios de ciertos órganos de opinión deben tener presente los conceptos de Juan Bautista Alberdi:
El éxito de la mentira es el de un momento; él pasará y yo seré vengado sin ejercer venganza.
Carlos Besanson
Publicado en Diario del Viajero nº 203, el 20 de marzo de 1991
El tiempo pasa pero el faro sigue iluminando los escollos. C.B |