Podrá existir el silencio, pero los
hechos hablan por si mismo, aunque
la procesión vaya por dentro...
C.B
Las reiteradas oscilaciones políticas del ser humano no ayudan a una concordia social estable. Las diferencias económicas generan desleales e injustas reacciones, que no equilibran las realidades ni los conceptos.
La mente ofuscada difícilmente es justa en sus apreciaciones. Siempre hay un porcentaje de rebeldía o de bronca que no permite una sentencia justa, cuando nos toca a cada uno de los ciudadanos resolver y opinar en nuestros fallos y fallas.
En esas condiciones cada uno puede desorientarse y desorientar a los demás. El poder de los distintos sectores en esas circunstancias puede crecer en volumen pero no en calidad ni en equidad.
Una ciudadanía que no recibe constantemente una información veraz y válida, no funciona como corresponde en el ejercicio de sus derechos y atribuciones.
El amor propio tiende a destruir el amor al prójimo, porque termina apropiándose indebidamente de esfuerzos y aspiraciones ajenas. Los ofuscados debates políticos desangran lentamente a las partes intervinientes y paralizan a los testigos de las públicas reacciones de sus ostensibles actores.
El crecimiento de una sociedad equivocada en su conducción y conducta, implica su parálisis y retroceso. La mala evacuación en los diálogos, lleva a una riesgosa alteración de los conductos cuando la verborragia artera se vuelve incontrolable.
La bronca de unos pocos puede incentivar la de muchos. De esta manera una sociedad que justifica su existencia con el amor participativo de sus integrantes, se convierte en una atomizada anarquía de culpas sin complejos, y de parálisis operativa sin creación y gestación meritoria.
Para contestar debidamente debemos aprender a sintonizar con exactitud. Lamentablemente muchos ruidos callejeros y ruteros no tienen armonía musical. Así es como cuando se suman decibeles, los ambientes se convierten en un bati... fondo que ensordece y resta posibilidad de comunicación.
En las peleas públicas no debemos transformar los lugares de encuentro o desencuentro en Plaza de toros. El enfrentamiento con los cornudos es agotador.
Alimentemos el amor y cesemos con la bronca. Esa es la tarea de todos nosotros.