La expresión popular de «el tiro le salió por la culata», significando que una acción emprendida por alguien finalmente le resultó contraria a su propósito, pocas veces ha tenido mejor calce en esta figura literaria, con el caso del tren «bala», proyectil de tiro incierto para Argentina.
El avance de la tecnología y el confort de un país, nunca debería ser evitado o impedido, en la medida que se produzca de manera razonable.
Es decir, bueno es, si usted puede, que se compre una pantalla de plasma para ver TV, del tipo LCD de gran tamaño, que valen más de 6 mil pesos, siempre y cuando su hogar ya disponga de otros electrodomésticos de primera necesidad, en buen estado de funcionamiento. Por lo menos eso parece lo razonable.
Con el proyecto francés que compró Argentina del «tren bala», de inversión incierta (arranca en 4 mil millones de dólares en adelante), se habla de hacer vías nuevas para un tren que desarrollará arriba de 300 km/hora, comunicando sólo con pasajeros, las tres ciudades más pobladas del país, con boletos de más de 400 pesos por tramo. Suena fantástico. Parece salido de la pantalla gigante de plasma...
La pregunta es: ¿Y si primero compramos un calefón y asi dejamos de bañarnos calentando agua con la palangana?
Porque más o menos así es la imagen que se me presenta de cómo estamos en materia de transporte.
Los ferrocarriles y sus vías, muchas de las cuales ya tienen pavimento arriba, estan en pésimas condiciones, se ha perdido la comunicación de pasajeros entre los pueblos del interior -un homicidio social doloso con efecto aniquilante- y tampoco se aprovecha debidamente la función del transporte de carga.
Además, en los grandes conglomerados urbanos, el gobierno pone nuestra plata -subsidia- sin que haya mejoras. Por eso, todo se ha volcado masivamente a las rutas terrestres, tanto el transporte de pasajeros como las cargas, lugar donde nos estamos matando diariamente. Entonces uno espera que las rutas argentinas las reparen, que hagan nuevas, que se incremente la cantidad de carriles, etc. Pero no, fueron concesionadas -y se las subvenciona- para seguir con muy pocos cambios.
Por suerte, vemos en estos días cómo a través de las políticas de Estado, todo se va solucionando y entonces el campo ya no producirá y habrá menos camiones y el resto de los que transitan deberá medir muy bien sus viajes ante la escasez del combustible. |