Hace 22 años que le escribo a un amigo. Es un tiempo prudencial para creer que ya lo conozco y que él me conoce. Aunque no tengo dudas que le permito que sea él el que vaya descubriendo cómo soy y así creo que ya me reconocerá un poco más que yo a él. Por mi parte, a él lo intuyo, percibo sus intereses y valores y los aprecio porque son parte de los míos.
A este amigo lo respeto, por eso tenemos un acuerdo tácito. Tal vez lo haya ido conquistando, sobre todo porque nunca le fallé, no le mentí y siempre estuve tímida y positivamente de su lado.
Como un ritual tenemos nuestro encuentro semanal, donde le cuento y le ofrezco que esté al tanto de lo que puede hacer, informarse o desarrollarse. Simplemente hechos y acontecimientos que ocurren y en los que puede participar. Hay relatos más intensos, experiencias de vida, personajes imitables y situaciones que considero dignas de conocerse. También lo afectivo y sencillo de la vida tienen su lugar. Aparece el humor que muchas veces, permite descomprimir la realidad, y le da espacio a la sonrisa cuando ésta espontáneamente plasma circunstancias contradictorias o divertidas.
Tal vez, no sea su única amiga. Pero él sabe que mi acercamiento no tiene precio, y que mi dedicación y esfuerzo están destinados a demostrarle qué otras formas de comunicación son posibles. Que detrás de mi interés de estar cerca de él, no hay doble intención sino que simplemente le ofrezco que sepa de nuestro genuino y coherente trabajo y que como él, creo, ya tengo muchos amigos más.
Querido amigo, permíteme que así te llame. A ti van dirigidas estas páginas. Porque has entendido el mensaje y lo aprecias semanalmente al leerlas. En todo este tiempo nos hemos brindado mutuamente a una nueva forma de relación donde al encontrarnos la sorpresa es solamente tu incógnita sobre ¿qué te contaré esta semana?
Sabes dónde puedes hallarme, no faltaré a la cita.
Elizabeth Tuma
Un nuevo aniversario nos permite apreciar a todos los lectores que se sienten unidos en este feliz cumpleaños. En mi vida siempre pedí a mi familia que no festeje la fecha de mi nacimiento. Sostenía, y sostengo, que todos los días pueden ser afectuosos, y por ende válidos y recordables.
Sin embargo, cuando con mi esposa creamos el Diario del Viajero elegimos el día en que nací como una manera de renacer.
Este dato reservado lo hago público a nuestros amigos los lectores, que ya los sentimos como familiares íntimos.
Pasan los años y repetimos muchas notas editoriales, en las cuales señalamos tendencias sociales y económicas que pueden ser positivas o negativas según los casos. Al poner la fecha original de esos textos queremos marcar que no estamos escribiendo contra algún funcionario específico y actual, sino sobre alguna función inapropiada en su concepción y ejecución.
No nos interesa echar leña al fuego, porque no deseamos gastar la leña en esos fuegos
Los temas y problemas que analizamos hacen a la claridad de la conducta de los individuos que muchas veces en sus actos operativos tergiversan y traicionan sus palabras.
Para formar y transformar hace falta, entre otras cosas, una buena información que ilumine los caminos a seguir.
Crecer en los aspectos positivos de la vida, y decrecer en los negativos, es parte de los aportes que todos debemos hacer en una sociedad que necesita de nosotros.
Carlos Besanson |