El paro agropecuario, esta vez tuvo adhesiones de otros sectores que verdaderamente, no son el campo.
Se ha visto en la ciudad, autos y comercios adheridos al paro y vaya que llamaba la atención ver un local de artículos eléctricos adherirse al paro (Entre nosotros y que nadie escuche, quién te dice que si nos va bien vendiendo cables, el día de mañana, nos compremos un campito).
Existe un imaginario popular de que el que tiene un campo está salvado, pero parece que la realidad no es tal cual.
Así y todo muchos padres desean, en lo íntimo, que la nena se case con un buen muchacho y que tenga campo. Igual para el hijo si la novia es única hija con campo.
Muchos profesionales «exitosos económicamente» en su labor específica, no vinculados al campo, luego de un tiempo terminan comprando campo. También se ha visto que muchos industriales «exitosos económicamente» ajenos al campo, luego de un período de acumulación de excedentes de capital, compran campo.
A lo dicho, se puede agregar que hay gente del campo que ha dejado el mismo y otra de su misma raíz que ha comprado más campo.
En el presente siglo, más que en el anterior, los extranjeros (de la mano de autóctonos) han comprado unos cuantos campos.
El Estado nacional tiene campo y vaya que tiene, lo tienen las Fuerzas Armadas, la Iglesia, las mutuales tienen campo, las universidades y hasta el ejército de salvación.
Los bancos tienen campos (demasiados), los bancarios y los funcionarios de los propios bancos, los jueces de cualquier instancia tienen campo.
Por cierto queda mucha gente que no integra esta lista y que sin duda, muchos de ellos, piensan tener campo, por ejemplo: Los nuevos ricos, los futuros profesionales exitosos, los futuros medios de comunicación, etc, etc.
De lo expuesto se deduce que, más gente entrará al campo y más gente saldrá del mismo. Salvo excepciones, la gente no se va del campo, a menos que no aguante la fuerza centrífuga de los que los empujan al ámbito extrarural. Se escriben muchas historias de los «habitantes» del campo que terminan siendo «visitantes».
Por lo expuesto, queda demostrado la innegable conexión del hombre con el campo y la pregunta de ¿porqué recién ahora aparece el acompañamiento al paro del campo?.
Lo que es evidente aún, es que existe un cierto pudor a decir «tengo campo» por parte de muchos que parecen desvinculados del mismo, cuando en realidad disponen de mucho capital puesto en la tierra y en el campo.
Dicho de otra manera, se vieron muchos activistas a la vera del camino con poco campo y grandes ausentes con mucho campo, que al parecer no los afecta la política de retenciones y demás cuestiones.
No debería ser obsceno tener campo, sino no hacerlo producir como corresponde o no poder demostrarlo.
Nuestra sociedad en su conjunto necesita validar, valorar y aceptar al campo, como herramienta económica y palanca de transformación, sin prejuicios y no como reducto inexpugnable de oscuros intereses especulativos y así todos seremos el campo.
No sea cosa que cuando los argentinos incorporemos culturalmente al campo como pilar económico de la Nación, sea tarde y en el planeta se esté debatiendo por el agua y no la tierra, sino la vida en la Tierra.
Colaboración: Med. Veter. Dr. Carlos Alberto Medrano |