La transcripción de algunos conceptos de políticos franceses, que tuvieron importancia en los últimos ciento cincuenta años, provocó una sorpresa en muchos lectores. Algunos de los personajes eran ignorados al no estar aún en la arena del circo, por razones de edad, otros no perduraron en el tiempo como referentes. Pero es tan evidente que el ser humano, pese al enorme avance tecnológico, sigue teniendo características y reacciones similares a las de nuestros antecesores, que quedaron registrados en la historia, que nada debería desconcertarnos.
Durante años los diarios y revistas del mundo publicaron crucigramas como una manera de distraer a sus lectores, y al mismo tiempo alentar la búsqueda de información cultural. Hubo períodos en que esos crucigramas tenían un valor agregado apreciado por el público, estaban hechos a la medida de su estándar de conocimientos. Pero la información política y económica, en todas partes del mundo, ha ido desplazando la importancia de esos crucigramas culturales por otros de diseño totalmente diferente.
Fotos y epígrafes se alternan con títulos y copetes de una manera tal que ya no existe solamente la pregunta para que uno busque la solución. Ahora uno debe adivinar a través de los hechos, no solamente la respuesta sino también la pregunta. ¿Qué es lo que me quieren decir y por qué me lo cuentan? Es como si el discurso político estuviera expresado en un argot o dialecto diferente, no totalmente entendible; por eso los gestos son importantes para poder captar mensajes vagos, susurrantes promesas, o vocingleras exigencias.
Los medios de comunicación han crecido enormemente en este mundo, pero no ha mejorado adecuadamente el nivel de sus contenidos. Un pueblo permanentemente atiborrado de datos inconexos, visuales o acústicos, puede caer en la misma ignorancia que el desinformado por el silencio. El humo que generan quienes escriben mediante la acrobacia aérea no dura mucho.
Carlos Besanson
Publicado en el Diario del Viajero n° 747, del 22 de agosto de 2001
Palabras cruzadas
Cuando se tiene la fiebre tifoidea, o se muere o queda uno idiota. Yo lo sé porque la tuve. Patrice de Marc-Mahon (1879)
La guerra es una cosa demasiado grave para confiarla a los militares. Georges Clemenceau (1886)
Thiers tiene como costumbre decir, para explicar sus redundancias: no es demasiado repetir dos veces la misma cosa. La primera vez que se lo dice es para la gente inteligente. La segunda es para los imbéciles que son mayoría fuera de esta Cámara y mismo alrededor. Charles Floquer (1887)
Señores ustedes han hecho la libertad de la prensa, han hecho la libertad de reunión, ustedes harán, tengo confianza, la libertad de conciencia. Ustedes tendrán el coraje de hacer la libertad de enseñanza. Cuando se comienza a hacer la libertad no se detiene nunca en el camino. Hacer la libertad no es solamente levantarle estatuas, dar su nombre a las plazas públicas, a los árboles, eso no es nada. Es necesario una realidad viviente porque es eso solo que permite los espíritus y preservarla. Georges Clemenceau (1903)
Ningún gobierno puede quedar estable en una sociedad inestable y en un mundo inestable. Leon Blum (1941)
Lo que amenaza a los países son las inagotables reservas de mediocridad y esa ausencia total de imaginación de las clases dirigentes. Jean-Pierre Chevenement |