No todo lo que se publica es de interés público.
No todo lo que parece bueno es bueno para todos.
La intimidad cesa cuando uno exterioriza su actuación.
C.B
Las Fiestas de Fin de Año varían en muchos países no solamente por sus hábitos y creencias, sino también por las diferencias climáticas según su ubicación geográfica.
Sin embargo el gran intercambio humano que emerge de las inmigraciones habidas durante siglos, ha hecho que ciertos símbolos surjan como transplantados. Así un Papá Noel sumamente abrigado es aceptado al sur del ecuador, en donde el verano nos hace transpirar por sí solo, independientemente de las noticias periodísticas.
Al finiquitar el año calendario, cada uno de nosotros psicológicamente recoge resultados, que van desde la aprobación de exámenes, propios o familiares, a balances personales que no se miden todos en pesos, dólares o euros, sino también en salud, alegría o tristeza de vivir, amores auténticos o prestados, fe y confianza en sí y en algunos otros, dudas e inseguridades propias o ajenas.
El promedio de esos estados anímicos ayuda a definir el ambiente social de una zona, región o país, de una manera diferente al producto bruto interno. Sin embargo esa sensación circunstancial de bienestar no da seguridad plena en un futuro inmediato o mediato. Un ejemplo entendible por lo sencillo, sería imaginar a una persona que come mucho y rico, pero que su ingesta termina engordándolo o produciéndole una diarrea.
Muchos ciclos políticos y económicos que hemos vivido y sufrido, tuvieron tóxicos resultados o agotaron nuestros alimentos al no incrementarlos frente al desperdicio masivo en su consumo.
Estas simples imágenes sirven para reflexionar, como a veces al movernos en un presente, no visualizamos nuestro futuro, o perdemos nuestro tiempo y esfuerzo en actividades que nos generan adicciones y dependencias.
Otro pequeño ejemplo puede ser el no aprender a trabajar mientras se estudia. Considerar que basta tener un título para tener una fuente laboral asegurada, sin saber cómo se hacen las cosas, y cómo se las debe hacer, es como jugarse el porvenir.
Estas meditaciones están destinadas a evitar que la inseguridad que generan los temores se arraigue y amargue a nuestra sociedad.
Cuando todos los años hacemos votos de felicidad, debemos transmitir algo más que deseos, tenemos que contagiar la sabiduría realista que impulse la joie de vivre - la alegría de vivir, para poder hacerlo en un mundo más justo, generado por nuestra responsabilidad y esfuerzo constantes.
Carlos Besanson |