El turismo constituirá dentro de muy poco, la primera actividad económica mundial. A pesar de ser una actividad joven maneja un volúmen de negocios inmenso y presenta muchas y muy diversas oportunidades para el disfrute y la inversión. Cambian, las tecnologías, empujadas por la revolución científico tecnológica. En pocos años dejamos la era industrial, nos incorporamos a los tiempos de la informática, aproximándonos a la sociedad de las vivencias y de las emociones.
Desde hace pocos lustros, el hombre dejó las vacaciones estáticas, las del «Dolce far niente» de los italianos, para exigir en forma creciente, tiempo libre turístico, en que los viajeros, buscan ser protagonistas, más que ver, aprender, pretendiendo una gran mayoría, enriquecerse, tanto en lo físico, como en lo cultural.

Cambian las maneras de abordar la salud y las enfermedades. Cambian o pierden vigencia las Instituciones. Cambian los sistemas de producción y comercialización, en la venta de productos y servicios. Cambian los mapas, surgen unas naciones y desaparecen otras, en tiempos en que los argentinos todavía no hemos aprendido la conveniencia de adaptarnos con sentido práctico, -no desde las jurisdicciones políticas-, a las transformaciones, por lo menos en la composición y organización sobre los territorios homogéneos de los «productos turísticos» (atractivos mas servicios).

Muchos cambios
Cambian, en los empleos, los conocimientos que se requieren para el trabajo reditivo y perdurable (en el turismo, el dominio entre otras cosas de un par de idioma adicionales al propio). Cambió la manera de almacenar, combinar o movilizar los conocimientos. Cambió, la aptitud y sensibilidad de la gente ante la naturaleza y el medio ambiente.
Cambió la comunicación, o lo que en turismo significa disminuir la intermediación (ver el avance de los mecanismos de Internet), menores costos y datos accesibles que permiten mejorar los programas de vacaciones y viajes.
Cambian los roles del Estado, se vuelve mas preciso en la definición de las «reglas de juego» y subsidiario y participativo en las acciones que conducen al cumplimiento de los objetivos. En turismo, se busca hoy, por encima de todo, una cultura de viajeros activos, pero culturalmente responsables.
Hasta el dinero cambió, ya que entre las tarjetas de crédito y las de pago, cambió el nivel de solvencia y seguridad financiera de los ciudadanos.

La Aldea global
Cambió la escala de lo que llamábamos lugar de vida, «terruño» o rincón de afectos (pueblo o ciudad) en la actual cultura de aldea global. A principio de siglo, con el desplazamiento peatonal masivo de seis kilómetros por hora, la vida de mucha gente transcurría en esos pequeños espacios (granja, fábrica, trabajo, casa, familia); hoy para el «homo mecanicus», el radio urbano, es comarcal en lo mínimo, con un radio de 100 kilómetros sobre el que se vive, se sueña y proyecta. El ámbito para el desarrollo lo establece la homogeneidad de su geografía (por Comarcas, Corredores y Regiones), respondiendo a la realidad de la geografía que en turismo contiene los productos que hacen a la oferta. La demanda turística, de la mano de la nueva cultura, también cambió: Antes se vacacionaba con fidelidad de destinos (por ejemplo, en las sierras: Córdoba, Mar del Plata en: «sol y playa»), junto a una marca. Hoy se programan excursiones teniendo en cuenta «productos» , ejemplo: «Camino del Inca» en el Norte argentino, o «El Corredor de los Lagos», en la Patagonia Nor Andina.

Búsqueda de lo diferente
El «homo mecanicus» que suplió al «homo sapiens» dispone de otra autonomía en sus vértigos de traslados y disfrutes. La importancia de los territorios que respondan a sistemas naturales turísticos, inéditos o exclusivos, ha pasado a ser vital en el mundo globalizado y competitivo que nos toca vivir en el «Planeta del cambio». El «Turismo que viene» basa su éxito, en lo diferente, lo exclusivo y para la gente de mayores ingresos en lo catalogado por Eulogio Bordas, como «la cream», de los productos. Finalmente, sostiene el mismo experto que se han impuesto criterios que establecen tipologías y categorías, que facilitan una mejor comprensión para los nuevos consumidores. Por suerte Argentina, en la fortaleza de sus regiones, corredores, comarcas y destinos, tiene materia prima y calidad humana, como para rápidamente subirse «al tren del cambio», y continuar por un camino de éxito creciente.