Pasaron siete Copas del Mundo, desde Argentina ‘78, para que un edificio que forma parte del patrimonio cultural e histórico de Mendoza como el hotel Villavicencio pueda reabrir sus puertas. Con un plan de refacciones y ampliación del antiguo complejo, el grupo hotelero Alvarez Argüelles, que controla al reconocido cinco estrellas marplatense Costa Galana, asumió como nuevo concesionario del establecimiento, tras concretarse la firma del contrato de explotación con el actual propietario del predio, el grupo francés Danone.
El plazo de obra estimado es de dos años, de acuerdo a fuentes del grupo concesionario. Así, según trascendió, los trabajos permitirían reabrir el hotel durante el año 2008, a partir de una inversión aproximada de seis millones de dólares, en la que se integraría capital privado y un crédito oficial con aval del gobierno.
La tarea de refuncionalizar la antigua infraestructura en pie, incluye dotarla de mayor capacidad e incluso servicios de lujo, propios de un hotel cinco estrellas. En este sentido, el proyecto incluiría un spa de primer nivel.
Al momento de su cierre, hacia fines de 1978, la capacidad del hotel no superaba las 20 habitaciones, algo que el gobierno, propietario y concesionario coinciden en ampliar de cara a la nueva etapa. Una idea que Danone impulsa es replicar el modelo de hotel-spa que el grupo galo posee en la zona de aguas Evian, en la campiña francesa.
Manejo empresarial
Los vaivenes y cambios en el manejo del establecimiento no fueron pocos. Fue adquirido por el grupo Greco a fines de los ‘70, pero no pudo ser explotado al sobrevenir la quiebra financiera del holding de capitales vitivinícolas. Así fue como tiempo después pasó a manos del grupo Cartellone, que finalmente lo vendió en 1999 a su actual dueño, la francesa Danone, junto a la embotelladora de agua mineral Villavicencio. Esta es, además de Evian, una de las patas que sostienen el negocio para la multinacional francesa. Pero mantiene una estrategia diversificadora: en el país comercializa sus productos lácteos propios y los de La Serenísima, además de ser el propietario de Bagley.
Uvoterapia
Por el lado del nuevo operador, el interés de la familia Alvarez Argüelles por invertir en Mendoza no es nuevo. A fines de la década pasada habían participado de la licitación del ex Plaza Hotel (actual Park Hyatt). Como dato anecdótico -comenta Miguel Flores del diario Los Andes-, cabe recordar que durante el Mundial celebrado hace exactamente veintiocho años, y del que Mendoza fue sede, Villavicencio fue el lugar elegido por la selección de Holanda, a la postre finalista del torneo, para alojarse. La idea de dotar al nuevo hotel de un spa tiene un antecedente añejo. Ya en 1938 sus administradores promovían lo que llamaban «Uvoterapia»: una especie de tratamiento a base de agua termal y a la par el consumo de la mejor uva mendocina.
Reserva Natural
Por otra parte, el acuerdo entre Villavicencio y el Gobierno de Mendoza estipula la colaboración del Ministerio de Turismo y Cultura para la promoción de la Reserva Natural Villavicencio, un área que integra la Red de Areas Naturales protegidas de la provincia de Mendoza, con el objeto de incrementar el número de visitantes a la reserva natural, un destino ideal para el ecoturismo. La reserva -según el diario El Sol-, es el único espacio en la provincia de Mendoza donde se observa el ecosistema de la Puna. Allí se cuida y se protege a una gran variedad de flora y fauna, como así también lugares históricos y de características arqueológicas.
Nota de redacción: En el año 1.575 el capitán general de Chile, Rodrigo de Quiroga, otorgó gracias a una merced real el título de propiedad de las tierras de lo que luego se llamaría Villavicencio al capitán Juan Luís de Guevara. La primera transferencia de esta propiedad data del año 1.650, cuando la viuda del capitán Guevara vende sus derechos a su yerno Juan Ruiz de Villegas. En 1704 aparece como dueño de estas tierras el capitán Joseph de Villavicencio, minero oriundo de Tenerife, en las islas Canarias, cuyo apellido fue el que en definitiva dio nombre al lugar. Las tierras de Canota en que se enclavaban las termas, pasaron por manos de varios propietarios desde las postrimerías de la colonia, hasta que en 1.818 el gobernador de Cuyo, Toribio de Luzuriaga, las dona a don Vicente Moyano, en pago de un esclavo de su propiedad, que había sido incorporado al Ejército Libertador. Los herederos de Moyano pasan más de 30 años en posesión de estas tierras, hasta que en 1.891 se presentan ante la justicia licitando la mensura y deslinde los campos. La propiedad se divide y uno de los herederos vende la octava parte que le correspondía de la estancia de Canota a la familia Zapata, la que en 1.922 transfiere los derechos de propiedad a la Sociedad Termas de Villavicencio. Lo que viene luego ya es historia moderna.- El primer análisis científico de las aguas termales se editó en 1.905 y como dato curioso, ya en los primeros años del hotel se ofrecían curas de “uvoterapia”, como consta en documentos existentes.
Fuente: Boletín electrónico de la Cámara de Turismo de Mendoza.
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