Los nombres de la historia
Manuel Quintana, nació en Buenos Aires el 19 de octubre de 1835, proveniente de una familia de campo bonaerense, de tradición unitaria. Fue abogado, político, profesor universitario, diputado y senador. Fue elegido presidente de la Nación en 1904, y desempeñó este cargo hasta su muerte.
A pesar de la agitación política y social existente, durante su gobierno promovió la inmigración, extendió las vías férreas, aumentó el intercambio comercial y mejoró la economía del país. En diciembre de 1905, ya estaba muy enfermo pero siguió trabajando y atendiendo las tareas del Gobierno hasta que falleció el 12 de Marzo de 1906, su mandato sólo duró 17 meses.
Hilario Lagos, nació en Buenos Aires en 1806, fue un militar federal, comandante de Rosas hasta su desaparición.
Luego siguió a Urquiza y a su idea de una organización nacional verdaderamente federal de las provincias, siendo calificado como un «auténtico federal». Por mantener sus ideales fue exiliado, despojado de su rango militar y privado de sus propiedades. Luego el gobierno de Buenos Aires ofreció restituirle su rango, así como la totalidad de sus privilegios militares si cooperaba en la lucha contra las crecientes depredaciones de los aborígenes pero rechazó este ofrecimiento prefiriendo compartir la suerte de sus compañeros de exilio. Murió en su ciudad natal en 1860.
Hoy la arteria que lleva los nombres de Quintana y Lagos une estos dos hombres que en vida estuvieron en veredas opuestas: Un unitario y un federal. Ambos tuvieron valores que vale la pena destacar, un estudioso y trabajador incansable aún casi en el lecho de su muerte y un militar que prefirió estar sin honores ni dinero y en el exilio antes que corromper sus ideales. Valores para rescatar, ejemplos para imitar. |