Se debe ser consecuente en el obrar. La ética meramente conversada, pero no aplicada en lo cotidiano, se convierte en una teoría que es negada por nuestros propios actos y actitudes.
En la jerga judicial se denomina testimonio a la declaración formal de una persona sobre algo que ha visto o escuchado. Ser testigo fiel es una obligación que a veces no se cumple por malformación, o por intereses en juego. Al probarse el falso testimonio se generan responsabilidades penales y civiles a quienes lo dieron.
Hablar de moral y no aplicarla permanentemente es también un perjurio frente a los demás. ¿No es una manera de engañar a quienes escuchan creyendo en lo que dicen, e ignorando lo que hacen?
La mentira opaca la realidad y no puede sostenerse indefinidamente en el tiempo. En una sociedad saturada de mucha información, pero sin una apropiada y leal comunicación, la ciudadanía puede desorientarse. El boca a boca no debe tener mal aliento, ni saliva que salpique.
La ética no requiere una constante innovación, como en cambio lo necesita la tecnología aplicada. Por ello el reencuentro de las conductas humanas con la misma puede dar continuidad a una civilización o a una época estable y respetada. Medir el estándar de vida de la población únicamente por su riqueza o pobreza, es olvidarse que el conocimiento de la verdad da seguridad. El respeto hacia los demás se evidencia al no mentirles.
Así como la emisión de moneda representa simbólicamente módulos de riqueza, que pueden tener valores alternativos de acuerdo al respaldo real que represente, las políticas engañosas pueden significar algo similar a la producción de monedas falsas. Estas fraguadas emisiones podrán semejarse a las auténticas, pero en un momento dado, tarde o temprano, se descubren los compromisos incumplidos.
Cuando en la antigüedad las piedras y metales preciosos se usaban como contravalor de bienes, también existían quienes maliciosamente mezclaban o diluían la pureza de dichos símbolos para aparentar el mismo respaldo.
La historia política de la humanidad nos muestra demasiados malos ejemplos de fraudes comerciales y políticos que dañaron al pueblo. Las demoras en paliar esas situaciones restaron seguridad a quienes fueron engañados y tentaron a nuevas camadas de estafadores.
Un discurso político mentiroso es como un cheque sin fondos. Se firma un proyecto social, de la misma manera que un formulario bancario sin responsabilidad suficiente. En ambos casos se dan promesas sin respaldo para cumplir, y por lo tanto sin reales fundamentos.
Carlos Besanson |