Su discreta presencia en el escenario económico, su ausencia de intermediarios y de fin de lucro -no de eficiencia- la hicieron «presa» de toda clase y tipo de persecuciones por pseudo-teorías económicas, precisamente, contrapuestas e insaciables.
Por eso mismo, según el PNUD, el cooperativismo integra «el sector civil» de la economía; más solidario, más inclusivo y por ende, más humano. Es que el desempeño cooperativo no ha sido episódico, efímero, polémico, sino atractivo por sus valores como por sus concretos efectos favorables, visibles y palpables en las economías hogareñas y productivas nacionales.
Efectivamente, en tantas ocasiones, para ciertos sectores y parcelas de la geografía nacional, la acción cooperativa es única -o lo ha sido-; en otras complementaria y no pocas veces, hasta supletoria del propio Estado como en materia de servicios esenciales (Vg., educación, consumo, vivienda, producción, trabajo, electricidad, agua potable, telefonías, etc.), particularmente en zonas rurales, aisladas o geográficamente desfavorables.
Desde una perspectiva económica, el cooperativismo supone una posición critica frente al mercado, un enjuiciamiento de su modo de funcionar y de las acciones voluntarias y discrecionales de sus operadores lo que, ya a partir de la revolución industrial dio lugar a las prácticas cooperativas y complementarias en tanto correctivas de las denominadas «fallas del mercado».
Por todo eso y ante el «apabullamiento» del «vulgo» por las cadenas de megamercados de alimentos, medicamentos, vestimenta, audiovisión, etc., hoy más que nunca, el propio valor de una auténtica cooperación requieren un contundente fomento y promoción -público y privado-, de la gestión cooperativa, en materia de bienes y servicios, una gestión cooperativa que deberá atender asimismo, sin demoras ni distracciones, la exigencia de potenciar cuanto favorezca al desarrollo de la actividad empresarial de las cooperativas, el perfeccionamiento o la creación de sistemas que estimulen en las empresas cooperativas el incremento de los recursos financieros propios fortaleciendo simultáneamente las garantías de los asociados y de los terceros en sus relaciones económicas cooperativas, ampliando los mecanismos de control sobre la gestión y aceptando con pragmatismo las realidades del mercado.
Así entonces, en este nuevo aniversario de la cooperación, añadimos que la misma puede que no sea la solución pero ha sido, es y será buena parte de ella como está acreditado secularmente porque, finalmente y por cierto, el desempeño cooperativo logrado es mucho más que una mera intermitencia plausible en «la gula» del reino -virtual- financiero - voraz- actual.
Colaboración: Roberto F. Bertossi |