Para no alabar al bueno, Calistrato alaba a todos. Para quien no hay nadie malo ¿quién puede ser bueno?
Marcial (38-103)
Ne laudat bonus, laudat Calistratus omnes. Qui nemo malus, qui bonus esse potesti . Marcial
La sociedad requiere una mayor cuota de buenos ejemplos publicitados. Los medios de comunicación masiva con su lógico efecto repetidor dan la sensación que hay muchos más infractores a la ley y a la ética, que amantes con la responsabilidad y cumplimiento de los buenos usos y costumbres. La función investigadora que cumplen diarios y periódicos ayuda a que algunos episodios no queden ocultos por la maraña de ciertos poderes, que no siempre emplean métodos exhibibles. Esas noticias impactan a la sociedad de la misma manera que una fuerte tormenta trastorna al sitio que la sufre, pero los cambios de tiempo hacen que lo importante pierda aparentemente vigencia, y pase a la historia.
Cuando el ciudadano común, que cumple con sus compromisos en espíritu y obra, obtenga la misma proporción en centímetros de columna en los diarios, y de minutos en las radios y televisoras, descubriremos con certeza quiénes somos más. Esto no significa que esos instrumentos de comunicación social deban callar o silenciar las actividades de los inescrupulosos, todo lo contrario; pero sí deben ubicarlas dentro de las páginas que correspondan a todo lo que sea tentativa de in-decencia. En ese aspecto los periodistas tenemos que aprender a hacer docencia no sólo en la selección del material a publicar sino en la forma, lugar y momento en que se publica.
¿Pero hay preparación adecuada para la docencia? Creo que en muchos casos no. La docencia implica una serie de características que deben ejercitarse cotidianamente como para no perderlas. Requiere una correcta información sobre lo que se va a hablar o escribir, una estima y respeto hacia las personas a las cuales uno se dirige, un valor suficiente como para ser objetivo entre distintos intereses que pujan para prevalecer, un sentido visceral de la justicia, un amor a la libertad propia y ajena, un sentido de orden relativo de las cosas y acciones, una gran alegría de vivir conjuntamente con la sensibilidad frente al sufrimiento ajeno.
Pero reservar estas características exclusivamente al periodista es restringir arbitrariamente el campo de los compromisos éticos. Docentes son, desde ya, los maestros y profesores, pero también lo son los magistrados, electos o no, que deben enseñar a través de sus actos y resoluciones, cualquiera sea el nivel de sus dignidades.
Cuando los que tienen una labor, implícita o explícita, de docente no cumplen cabalmente con su función van cayendo operativamente en la in-decencia y pierden dignidad y reputación. No importa que los códigos penales no los sancionen pero la sociedad sí puede considerarlos in-famados. Porque la buena fama no consiste en figurar entre los ricos y famosos que hacen ruido, sino entre los responsables y equilibrados que trabajan silenciosamente con dignidad. Si igualamos a todos por malos o por buenos perdemos hombres referencia que nos permitan discernir adecuadamente conductas propias y ajenas.
Carlos Besanson
Publicado en Diario del Viajero nº 385, el 14 de setiembre de 1994
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