Cuando éramos chicos teníamos un fácil acceso a una revista mensual de fama internacional. Esta publicación comenzó a editarse en Estados Unidos y luego se fue distribuyendo en los principales países del mundo, en el idioma propio de cada lugar y con contenidos en que se diferenciaban de acuerdo a cada público lector.
Esta creación realizada por un matrimonio fue Selecciones de Reader´s Digest, que mientras ellos mantenían la conducción tuvo una situación privilegiada por el volumen mundial de ejemplares. El mensaje de esta compacta revistainteresaba a mucha gente por la temática variada, y simultáneamente por una muy buena redacción de rápido entendimiento, con escritos claros y de fácil transmisión. El último capítulo siempre era un hábil resumen de algún apreciado libro, logrando de esta manera captar a aquellos que mensualmente no disponían de tiempo suficiente para leerlo en forma completa.
Con los años los cambios de conducción no aggiornaron ese muy grato medio periodístico y por lo tanto no se renovaron con nuevos lectores, perdiendo lentamente la fuerza original que tuvieron como medio de comunicación. Al dejar de seleccionar adecuadamente los artículos sus potenciales seguidores dejaron de contactarse con ese destacado instrumento de cultura general.
Con este relato intentamos explicar brevemente por qué muchos comunicadores se quedan disfrutando sus glorias pasadas, sin vivenciar las necesidades presentes y futuras. El tiempo del público en general tiene un valor diferente al de otras épocas, y además su disponibilidad y aplicación difiere de otras etapas que a veces podemos considerar hasta históricas.
Este recuerdo es lo que nos movió a buscar la realización de un periódico portátil de bajo costo de ejecución y de distribución semanal.
La gratuidad del mismo contribuyó a una llegada masiva mediante caminos diferentes a los habituales.
Durante varios años, nos hicimos los ratones con este ensueño mientras afirmábamos nuestra independencia económica y por lo tanto política. En tanto esperábamos ese momento ensayábamos textos y estilos que se adaptaran a ese público contemporáneo.
Los festejos del vigésimo aniversario evidenciaron el reconocimiento de nuestros bien queridos lectores.
Así fue como hemos formado una nueva familia...
Elizabeth y Carlos Besanson |