Hoy la estación de Hucal es una postal para el recuerdo y hasta un atractivo particular para los que añoran una época gloriosa del ferrocarril en la Argentina. Años atrás fu el eje de un importante movimiento ferroviario.
Desde 2001 la Asociación del Patrimonio Pampeano viene auspiciando el Relevamiento de las Estaciones de Ferrocarril de La Provincia de La Pampa, proyecto que forma parte de un Programa de Relevamiento del Patrimonio Ferroviario Nacional que se ejecuta en todo el país a través de una beca otorgada por la John Simon Guggenheim Memorial Foundation de New York al Arq. Jorge D. Tartarini, coordinador del Programa.
En 2003 se realizó la Exposición “Viajando por las Estaciones” Patrimonio Arquitectónico Ferroviario de La Pampa, en el Centro Municipal de Cultura de Santa Rosa, donde se expusieron los resultados del relevamiento.
Luego dos conferencias tuvieron lugar para acompañar la Exposición. La primera estuvo a cargo del Sr. Nelso B. Prina quien disertó sobre “Evolución y decadencia del sistema ferroviario nacional” y en la segunda el disertante fue el Arq. Jorge D. Tartarini, sobre: “Arquitectura ferroviaria. Riqueza y diversidad de un patrimonio”.
Los viejos edificios con signos de vandalismo, las vías semienterradas, maquinarias de la red de cambios de vías que desafían el tiempo, son testigos mudos que esperan un rescate que parece imposible. Cuánto abandono, cuánto despojo, cuánta desidia en un país rico que vive sumido en la pobreza económica y moral.
Visitando el acontecer ferroviario en La Pampa, por estudio o por simple curiosidad, se suele encontrar algunos aspectos insólitos, por ejemplo el de las estaciones abandonadas o desaparecidas.
Hucal, por la época que fue punta de rieles recibía la consignación de cargas de una vasta zona, tuvo galpones de máquinas e instalaciones comparables a las de General Pico, el mayor centro ferroviario de la provincia. Esas instalaciones incluían los clásicos barrios ferroviarios y, como el resto, hoy se hallan inactivas.
La estación misma fue (y sigue siendo todavía en algunas localidades) el centro de reunión social, el lugar de cita democrático y gratuito donde los pobladores se congregaban para presenciar un acontecimiento, bisemanal casi siempre; la llegada del tren. Recostarse en un poste y dejar correr la vista sobre los vagones y las caras fugaces, pensar casi inconscientemente en los destinos de ese tren mientras las muchachas pasean del brazo con la esperanza de que algún conocido las salude desde los coches, fue y es pasatiempo de muchos de los pobladores de los "pueblos donde nunca pasa nada". Y, cuando pasa, ¿hacia dónde se capitaliza el hecho sino hacia la estación? ¿Quién es figura obligada de las comisiones de festejos y fomento sino el jefe de estación, dueño omnímodo y puntual de la salida de la locomotora?. Las fiestas más grandes y recordadas han tenido siempre lugar en los galpones y el galpón mismo hizo crecer dándole material y oportunidad todo un folklore propio y firme, crepitante en épocas de cosecha y bolseros.
Las vías mismas eran hasta no hace mucho símbolo de ubicación dentro de la categoría económico-social de los pobladores. El poblado y sus instituciones más caracterizadas se orientaban casi siempre del lado en que estuviera el andén techado de la estación; al otro lado, más allá de la playa, pasando el emplazamiento de los galpones comenzaban a erguirse las casitas humildes, el rancherío, algún almacén de puertas afuera. Por allí algún audaz se atrevía y edificaba una casa grande y señorial… y allí quedaba por mucho tiempo, hasta que el pueblito surgido a instancias del ferrocarril tomara atisbos de poblado grande y con cierta pujanza propia, hasta que "el otro lado de las vías" dejaba de ser un límite moral, económico y social para quien lo habitara.
También en lo relacionado a la importancia social del ferrocarril en La Pampa cabe recordar la época en que corrían los trenes cosecheros, vagones y vagones cargados de braceros que viajaban gratis en ellos gracias a la ley Crotto (ley en la que el apellido del propiciador dio posteriormente un sinónimo de vagabundo). Ellos venían en busca de La Pampa para la época de la cosecha, el tiempo en que se necesitaban más hombres. La paulatina mecanización del campo fue eliminando la necesidad de mano de obra abundante y así los cosecheros pasaron definitivamente al recuerdo, ligados con su imagen de vagabundos del trabajo a caballo del ferrocarril.
La explicación y el origen de los nombres de las estaciones se da como dato curioso a sabiendas de que en muchos casos el significado, especialmente en lo que hace a nombres indígenas, puede variar. En el caso de Hucal la versión más difundida o aceptada, aun sabiéndola pasible de discusión sería: "lugar donde se encontró un vellón de lana", en araucano.
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