El juego no es nada más que la representación grotesca de una partícula de la realidad llamada cálculo de probabilidades.
El deporte es el ensayo de una acción formadora de la persona. C.B
Como una continuación de sus juegos, los niños encausan sus energías a través del deporte. Programados éstos en la escuela y canalizados en otros casos, según la libre elección de gustos o potenciales aptitudes.
Lo importante es señalar que los deportes forman parte de la vida de nuestros hijos, y la familia debe organizarse y hacer lugar para que los mismos ocupen las horas de esparcimiento y distracción, que permitan a los chicos y adolescentes establecer una buena relación con su cuerpo y su crecimiento, manteniendo vigente el axioma de mens sana in corpore sano.
La difusión y proliferación de enseñanzas de las distintas disciplinas deportivas ha dado la posibilidad a que los niños de toda condición y edad comenzaran a desarrollar su deporte favorito.
La variada geografía de un país como el nuestro nos permite una amplia gama de oportunidades deportivas. Remar, nadar y navegar es más fácil cuando se vive cercano a un río, un lago o el mar. La montaña -por ejemplo- es una invitación constante a esquiar, desde temprana edad, también a escalar, pescar o hacer trekking. Vivir en la llanura habilita para practicar ciclismo o correr.
Hay otras actividades deportivas que son universales como nadar, en todo lugar hay clubes e institutos, que poseen piletas de natación; muchos colegios tienen programada como una hora de clase más, la enseñanza de natación. Lo mismo para la práctica del tenis, paddle y por supuesto para quien encabeza el reinado del deporte en equipo: el fútbol.
Más allá de estos apuntes introductorios, al evaluar un tema tan amplio y rico como el deporte es digno tener en cuenta que nuestros hijos aprenden imitando y se educan con la conducta que nosotros como padres vamos ejercitando e implementando en la propia estructura familiar.
El niño en el deporte también reflejará su hogar. Un chico acostumbrado a compartir en su casa hará lo mismo con sus compañeros de deportes. Será solidario en las emergencias del equipo, si está acostumbrado a serlo en su casa. Justo, en el momento de merituar los logros del compañero, si sus padres lo son con él. Actuará limpiamentesi ese comportamiento lo vive en su grupo familiar.
Admitir que los niños hagan trampa en el deporte es facilitarles conductas similares, difíciles de corregir en la vida social como adultos.
Las técnicas de un buen desarrollo deportivo no deben dar la espalda a estas conductas de vida. Vivir una gran pasión deportiva debe permitirnos convivir con los demás, y admitirnos más allá de la mera competencia. Pues el deporte debe enseñarnos a desarrollar la vida en equipo y en ésto también los padresdebemos acompañar a nuestros hijos.
Elizabeth Tuma
Publicado en el Diario del Viajero n° 482, del 24 de julio de 1996 |
